Pichoco Fernández, toda una vida en el camión
“Mi nombre es Osvaldo Rolando Fernando Rodríguez”, así se presentó nuestro entrevistado; seguramente muy pocos conocen su nombre ya que la mayoría lo llama “Pichoco Fernández” o “Toco”. Cuando era un niño, una familia vecina le adjudicó ese último sobrenombre, que lo acompaña hasta el día de hoy.
El transportista, a punto de cumplir los 75 años, hace tan solo unos meses a trás dejó la actividad, tarea que realizó durante toda la vida.
Oriundo de la ciudad de Mercedes, Pichoco conoció la actividad del transporte a través de su padre quien manejaba un Chevrolet a nafta que había comprado.
Con tan solo cinco años, Pichoco acompañaba a su padre en el camión; toda una aventura para el niño, y una responsabilidad para su padre que así aliviaba a su esposa, ya que llegaron a ser nueve hermanos.
“En esos tiempos funcionaba el tren; traíamos para la estación de todo; ovejas, vacas, ladrillos, todo para el tren,” recuerda Pichoco.
“En el año 1961 mi padre compró un Bedford y yo con 12 años ya sabía manejar, pero el camión me lo dio a los 18 años”, explicó.
En esos tiempos había mucho trabajo y era rentable; Pichoco comenzó a trabajar con su padre y recuerda su primer viaje solo: “me fui en el Bedford a cargar madera a Palo Solo, mi cuñado iba en otro camión y yo atrás; así me fue guiando para llegar al destino”, recuerda el transportista.
En el año 1981 Pichoco compró su primer camión; un Austin del año 61’ que aún conserva. “Lo compré chasis pelado, tenía doble eje, después le puse una zorra y acarreaba madera, pero hacía las cosechas. En la cosecha de la remolacha llegué a hacer 135 viajes”.
“En el año 1961 mi padre compró un Bedford y yo con 12 años ya sabía manejar, pero el camión me lo dio a los 18 años”
Al referirse a los tiempos actuales, Pichoco nos dijo: “el tema es que se triplicó la cantidad de camiones; hace 24 años que voy a Rio Branco a cargar arroz, este año hice dos viajes en 28 días, ya me saturó. El Fiat 140 ya lo vendí y ahora voy a vender el Austin. Usted no sabe lo que es llegar al 20 de cada mes y no tener un peso para comer, mientras miro los camiones parados. Son muchos años de sacrificio, cargábamos a mano la madera para Pamer y hacíamos dos viajes por día. Ahora ya no hay viajes, se terminó todo”, sentenció.