La Cultura del Metro de Medellín: La experiencia invaluable de generar valor en el transporte público
Entre los sistemas de transporte público en América Latina el Transmilenium de la ciudad colombiana de Bogotá se toma como ejemplo, en cambio poco se conoce de la “Cultura Metro” de la ciudad de Medellín que muchos mencionan como todo un ejemplo de sistema de transporte. Transporte Carretero pudo conocer en detalle este sistema “Metro” de la cordial ciudad colombiana.
* Por Claudio Techera / Editor de Transporte Carretero
La Cultura METRO es entendida como el resultado del modelo de gestión social, educativo y cultural que el METRO ha construido, consolidado y entregado a la ciudad. Este modelo puede ser adoptado, total o parcialmente, por otras ciudades e instituciones que tengan como propósito la construcción de una nueva cultura ciudadana, la convivencia en armonía, el buen comportamiento, la solidaridad, el respeto de normas básicas de uso de los bienes públicos, el respeto propio y por el otro, entre otros aspectos.
Metro plus es el ente oficial de Medellín que rige el sistema de transporte METRO, en una ciudad que cuenta con altos índices de contaminación. El sistema actualmente está en pleno aumento de flota y por primera vez está analizando la posible incorporación de buses eléctricos.
El sistema, que está interconectado tarifariamente, incluye a los buses (BRT y padrones), trenes, tranvías y teleféricos. A diario lo utilizan unas 16.000 personas.
Transporte Carretero tuvo la oportunidad de conocer la “Cultura Metro” –la que nos dejó gratamente sorprendidos– y así comprobar en primera pesona lo eficiente que puede ser un sistema integral de transporte del que poco se conoce por estos lares.
Comenzamos el contacto con el sistema conociendo los buses, que son 77 unidades y tienen como unidades más antiguas las que fueron incorporadas en el 2011. De origen chino en su totalidad, tienen motores Cummins. Las primeras unidades fueron ensambladas en Perú por la carrocera Modasa y los más modernos llegaron directamente desde China, producidos en la fábrica Zhong Thong.
Del total de unidades en servicio, 30 son articulados con capacidad para 150 pasajeros y los otros 47 son buses convencionales -conocidos como padrones- y poseen una capacidad para 90 usuarios.
Los ómnibus articulados recorren una línea troncal que tarda unos 20 minutos en transitar los 12,5 kilómetros que separan la estación Universidad de Medellín de la estación Aranjuez. Este servicio tiene conexión al tren en la estación Hospital y en las estaciones Cisneros e Industriales.
Los buses padrones unen los mismos puntos pero por una línea pretroncal que circula por la avenida Oriental que tarda 40 minutos en realizar el servicio en su totalidad.
Nuestro recorrido continuó con los otros medios de transportes del sistema como los son el tren, el tranvía y el fonicular.
Para acceder al sistema se utiliza una tarjeta similar a la existente en nuestro país, la que se recarga en las estaciones o en puntos identificados en los diversos barrios.
Las paradas del BRT se ubican en el centro de las avenidas y se accede a ellas por un puente para no tener que cruzar el importante tráfico de la ciudad. Una vez ubicados en la impecable parada -entiéndase, limpia y segura- se accede al mismo por un doble sistema de puertas, unas incorporadas a la infraestructura de la parada y las otras las de la propia unidad. Ya dentro, se cierran ambas trabas automáticas.
En nuestros viajes todos los buses estaban en impecables condiciones higiénicas y los grafitis y rayones no existen. El cuidado de los pasajeros por su medio de transporte es algo que llama la atención, cuando no debería ser así.
Hospital es la próxima parada, allí podemos combinar con el tren para así conocer otro de los medios de transporte con que cuentan los habitantes de Medellín. Aún antes de descender del bus, nos sorprendemos con el personal de limpieza que aprovecha la parada para secar el piso del bus que estaba mojado por la persistente lluvia que nos había acompañado.
Tomamos el tren siguiendo las indicaciones de los carteles. En los andenes de la estación descubrimos personal que de forma muy atenta atiende los requerimientos de los usuarios y los organiza en las horas pico, entre otras tareas que realizan.
Tomamos ´nuestro´ tren con dirección a la estación San Antonio, el cual estaba compuesto por tres vagones y es uno de los más veteranos ya que cuenta con 20 años de actividad. Al igual que el bus, las impecables condiciones para viajar llaman la atención.
Más adelante, el parlante anuncia la próxima parada, San Antonio, que es nuestro punto de conexión con el tranvía.
Para acceder a él debemos cruzar la calle y encontrarnos con uno de los medios de transporte que están afuera del sistema que son las“busetas” (minibuses), con las que se llega a las zonas altas de la ciudad.
Al mando de Luisa, una joven que desde hace 6 meses conduce uno de los 12 modernos tranvías franceses, vamos a los puntos más altos de la ciudad hasta llegar a la recientemente inaugurada estación Oriente, desde la que se accede por teleférico y con el mismo boleto a la parte alta de Las Torres, una de las zonas más humildes de Medellín, y donde los usuarios cuidan su medio de transporte como pocas veces hemos visto. “Este medio es muy importante para nosotros, llegar hasta acá arriba no es fácil”, explica una usuaria. La inclusión social que pretende la Cultura Metro se pone de manifiesto en cada historia que encontramos: “Antes de inaugurar este servicio nos enseñaron a nosotros y a los niños a utilizar el teleférico”, explicaba otro usuario.
El trabajo social que se efectúa en la comunidad para cuidar los medios de transporte es muy importante y la Cultura Metro está en cada usuario de las cuatro líneas de metro cable (teleféricos), de las dos de metro (tren), las dos de buses (BRT), y la de tranvía.