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Oscar Juárez: toda una vida atrás del camión y el trabajo

Historias sobre ruedas

29.05.2014
Oscar Juárez: toda una vida atrás del camión y el trabajo

TRANQUILIDAD.- Oscar, quien en la foto se encuentra junto a su esposa Juanita, reconoce que hay trabajos en otras partes del país, pero hoy prefiere trabajar cerca de su casa, y sin deudas.

 

En muchas oportunidades la actividad del transporte lleva al transportista a pasar poco tiempo con los seres queridos y estar lejos de casa, aunque hay veces que la familia entera va detrás del camión. Esa fue durante muchos años la historia de los Juárez, puesto que cada vez que surgió una oportunidad de trabajo para el vehículo, ellos se trasladaban hacia ese lugar. Hoy, desde otra posición, nos cuentan su realidad y un poco de su pasado.

Desde Palmitas, en la segunda mitad de los años 70, Oscar Juárez salió a buscar una oportunidad de trabajo en la construcción del puente internacional Libertador General San Martín de Fray Bentos que nos conecta con la República Argentina. Su tarea nada tenía que ver con el transporte, ya que trabajaba en una oficina de navegación llevando el control de personal pero pronto se daría cuenta que no era lo de él. Una vez culminada esa obra compró un viejo Ford a nafta del año 36. 

La vocación venía en la sangre ya que su padre era camionero y había conducido los viejos Barreiro, y su madre a la larga también se había vinculado al trabajo de su esposo, sabiendo tanto de pañales como de motores. 

En esa época con el veterano Ford trabajó llevando granos, sorgo y algún animal. Más adelante surgió una chance de trabajo con el advenimiento de la obra de la ruta 2, así que se compró un camión Dodge con volcadora. El sacrificio para lograr día a día cumplir con su tarea era enorme, el viejo camión llegó a romper diferencial, eje, los neumáticos eran reconstruidos y eran un problema, pero como podía realizaba su tarea. 

En el año 1982 el transportista compró un Ford K700 también con volcadora pero como en la zona no había trabajo, emigró con su esposa y sus tres pequeños hijos a Cerro Largo, en donde estuvo durante 16 meses. Por suerte la famosa “tablita” agarró al transportista con solo algunas de las 36 cuotas con las que había financiado el camión. Así fue que ya establecido en el departamento arachano trabajó para el municipio realizando tareas de caminería. 

Como marcábamos anteriormente, en ocasiones el transportista se convierte en una especie de gitano, a donde va el camión, va la familia, aunque el lugar esté lejos de casa. Fue así que vivió en lugares tan distantes como Suárez, Toledo, Abayubá, Colonia, trabajó también en el arreglo de los caminos en Paysandú cuando empezaron las forestales, siempre yendo donde había trabajo para el camión con volcadora. Ya con sus hijos estudiando en Montevideo, y luego de desandar el país, volvieron a Mercedes, donde vive en la actualidad. 

En el año 1996 llegó a obtener la financiación para comprar su primer camión cero kilómetro, un Mercedes Benz, pero la felicidad de trabajar en un vehículo nuevo duró algunos años ya que con la crisis del 2002 y la suba del dólar, comenzó pagando esa moneda a 9 pesos para terminar casi a 33, con lo que abonó tres veces el valor inicial de ese camión. 

La crisis y los momentos difíciles no provocaron que el transportista claudicara en su trabajo y finalmente los buenos momentos llegaron, pudo enfrentar sus deudas y comprar un camión nuevo en el año 2009. Actualmente realiza sus tareas con su camión con volcadora y acoplado volcadora con el que realiza trabajos de granos y algunas obras de carretera.

Si bien Oscar reconoce que hay trabajos en otras partes del país, prefiere trabajar cerca de su casa, sin deudas ese es su modo de vida, disfrutar más de la vida, con tantos sacrificios vividos la recompensa y orgullo es ver a sus tres hijos recibidos y poder elegir los trabajos que realiza. Eso es lo que le queda a Oscar y Juanita, que hoy ya no tienen los apremios de otras épocas pero que siempre juntos lograron sacar a su familia adelante con el camión.

Como reflexión queda que la actividad del transportista tiene muchos momentos amargos, de enorme sacrifico, y quizás por eso sus hijos al ver aquello nunca quisieron saber nada con el transporte.

 

 

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