La balsa de los Caputto
TRAYECTORIA.- “Para llegar a este puesto efectuás los exámenes en la Prefectura, primero como grumete que es el aprendiz, después el examen como marinero, para después llegar a ser patrón de embarcación”, nos relató Enrique Almada (izq.), quien posa en la foto junto a su hijo Ariel.
Los hermanos Eduardo y Francisco Caputto en el año 1945 comenzaron con la producción de citrus en Salto, y hoy casi 70 años después ese apellido se ha convertido en sinónimo de naranjas que se exportan al mundo. Actualmente la empresa cuenta con una moderna planta de empaque con la más novedosa tecnología instalada en la ciudad de Salto, a donde llegan los citrus desde los diferentes plantíos que la empresa posee.
Luego de la construcción de la represa de Salto Grande, el mayor predio de naranjales que la empresa posee quedó separado por el lago, por lo que los camiones debieron recorrer 75 kilómetros más para rodear el agua y llegar a los campos.
Por ello y en la búsqueda de mejorar la eficiencia y los tiempos, evitando el sobrecosto del recorrido por tierra, la empresa decidió adquirir una balsa para cruzar los camiones por el lago en un trayecto de 1 kilómetro y 300 metros.
La balsa y el cruce
Si bien la balsa fue adquirida en la cercana Paysandú y se la trajo navegando hasta Salto, había que sortear la propia represa, lo que fue todo un acontecimiento según nos relataron. Por ese entonces la balsa poseía motores fuera de borda por lo que llegó navegando hasta el parador Ayuí, y con una creciente fue sacada y montada sobre dos camiones con remolque y una zorra.
Inicialmente la idea funcionó, ambos camiones venían a un lado para abarcar el ancho de la balsa, con la zorra atrás, pero al llegar a la calle Apolón las dimensiones de la embarcación hicieron que los dos camiones juntos no pudieran doblar. Tras estudiar el panorama los transportistas se dieron cuenta que podían maniobrar marcha atrás y así siguieron los 20 kilómetros hasta llegar al embalse.
En nuestro país existen varias balsas para cruzar vehículos, como las de San Gregorio de Polanco y La Charqueada para atravesar el río Negro y el Cebollatí respectivamente, y la balsa de la alguna Garzón para comunicar Maldonado con Rocha por intermedio de la ruta 10. En todos los casos estas balsas son públicas, siendo la de Caputto la única privada para uso propio que conocemos en nuestro país.
Toda una novedad
Partiendo de la ciudad de Salto por la vieja ruta 3 llegamos al cruce mencionado, divisamos la balsa y fuimos recibidos por Enrique Almada, quien hace 20 años que está al mando de la misma. Su relación laboral con ella comenzó en el año 1990 trabajando en cubierta como marinero, tarea que hoy realiza uno de sus hijos.
Cuando le preguntamos sobre los motores de la balsa y qué tipo de vehículos cruza, nos comentó: “Esta balsa tiene dos motores Mercedes Benz de 90 hp, y traslada camiones con 45.000 kilos sin problemas. Antes tenía motores fuera de borda Johnson de 45 hp. Todo el trabajo de adaptación, como las hélices, se hicieron acá”.
Mientras dialogamos se asoma uno de los primeros camiones en cruzar ese día, según lo que acusaba su planilla. En efecto un Mercedes Benz 1113 con zorra espera las indicaciones de Ariel, marinero de la balsa e hijo de Enrique. Una vez que Almada toma su puesto de mando, su hijo le da indicaciones para que el camionero suba el vehículo a la balsa. Es uno de esos días donde hay una importante bajante. Una vez que el camión está arriba el marinero es el protagonista, coloca tacos y lingas para asegurar el camión. Una vez que todo está bien el marinero le da la señal al patrón del barco y comienza el viaje.
A nuestra izquierda se divisa la represa de Salto Grande, el viento sopla pero con el pesado vehículo la balsa casi no se mueve. Recorrer el trayecto demora unos 7 minutos. Enseguida que el camión baja del otro lado una camioneta espera para cruzar, por lo que emprendemos el retorno nuevamente. Esa es la rutina de los Almada.
Dialogamos con Enrique que es el patrón del barco: “Para llegar a este puesto efectuás los exámenes en la Prefectura, primero como grumete que es el aprendiz, después el examen como marinero para después llegar a ser patrón de embarcación”.
En 20 años al mando de la balsa ha visto cambios y ha vivido varias experiencias, entre ellas las más complicadas se dieron con los repentinos vientos. “Nos pasó de agarrarnos tor-mentas fuertes con la balsa vacía, y cuando ya veía que no me daba para cruzar, la llevé a una pequeña bahía que hay para resguardarnos pero el viento nos giró la balsa dos veces antes de llegar a ese lugar”. Pero según nos relata el final fue feliz. “Por suerte llegamos y tuvimos que esperar allí hasta que pasó la tormenta, cuando se levantan los temporales no podemos cruzar y los camiones tiene que dar toda la vuelta por la ruta”.
También nos habló de los cambios importantes que ha visto en el lago: “Hace años el nivel del agua bajó a 30 metros ya que siempre estaba entre 33 y 35 metros, con esa bajante no podíamos cruzar los camiones y solo cruzábamos vehículos livianos, navegábamos sin problemas pero no podíamos llevar a los vehículos pesados”.
En tiempos de cosecha las jornadas se hacen más largas ya que por allí llegan a cruzar hasta 18 camiones en zafras récord, pero él siempre está en su puesto de trabajo, cumpliendo con jornadas que comienzan a primeras horas de la mañana sea cual sea el clima.
Estando cerca de su retiro por jubilación, Enrique reflexiona en tono jocoso: “Esto siempre me gustó pero ya son muchos años de trabajo, la idea es que mi hijo quede en mi lugar y yo voy a disfrutar un poco más de la familia, tengo 9 hijos, 25 nietos y 10 bisnietos, así que tengo para entretenerme”. A lo que agregó: “Aún me acuerdo del primer día de trabajo, no es fácil porque te das cuenta que toda la responsabilidad es tuya, y a lo primero pensás que podés arrimar mejor la balsa, pero con el tiempo agarrás confianza, y acá estoy, 20 años como patrón de la balsa”.
Ariel sigue los pasos de su padre, pasó por la marina y desde hace un año está trabajando en la balsa como ayudante ya que ésta es una tarea que solo el patrón del barco puede realizar. “Tenía el diploma de botero que es otorgado por la Armada y me voy especializando para realizar la tarea que actualmente hace mi padre”, nos fue contando.
Cuando le consultamos sobre cuándo es mejor cruzar el embalse, no dudo en contestar: “Cuando suben camiones pesados es mejor para llevar la balsa, se afirma y tiene menos movimientos, con los camiones menos pesados la balsa se mueve más y eso se nota cuando hay más olas”.
La balsa cuenta con todos los elementos de seguridad requeridos por Prefectura, personal de la misma empresa hace el mantenimiento y la Marina Mercante realiza la inspección todos los años: controlan la seguridad, motores y todos los detalles para poder navegar.